El periné proporciona los cimientos, el fundamento
del tronco. A menudo las personas que tienen debilitada esta zona de su cuerpo
refieren sentirse como "abandonadas", desarraigadas de su base,
desequilibradas. Para mantenerse de pie necesitan compensar esto tratando
inconscientemente de suspenderse de su tórax o de sus brazos.
Lo hacen mediante tensiones en la parte alta del
cuerpo, puesto que no son capaces de tomar apoyo en su base. Podemos imaginar
entonces que despertar esta zona de apoyo y desarrollar su fuerza equivale
a construir un equilibrio partiendo de la base, de una raíz más presente, más
firme.
Esto pone a disposición más energía y aplomo en la
vida cotidiana y puede mejorar además determinados aspectos particulares: la sexualidad,
la continencia,
el enraizamiento,
tanto en el hombre como en la mujer.
Esta base perineal resulta importante para todas las
acciones que implican al tronco. Por ejemplo, un periné en forma es útil para todos quienes
utilizan la voz como herramienta en su vida profesional:
profesores, abogados, cantantes, actores...
En las prácticas deportivas, el trabajo del periné
permite sentir la unidad del tronco desde su propia raíz. En la prevención
del dolor de espalda los músculos del periné permiten
construir más fielmente el equilibrio postural para una buena relación
entre la pelvis y la columna. Bienestar perineal equivale así a bienestar postural.
Tenemos que dejar de pensar en
que, si no se me escapa el pipí, todo está bien. Tenemos que ir más allá. El
mundo del suelo pélvico es mucho más profundo que el mundo de la orina.
Problemas del suelo pélvico:
Incontinencia:
No poder contener. Pérdida involuntaria. Acto contra la propia voluntad. Es
importante darse cuenta de que incontinencia es falta de contención, ya sea de
una gota, ya sea de un montón de gotas. La cantidad no es importante. Lo que
importa es el hecho.
·
De esfuerzo: El periné fracasa
durante una fuerza, como coger un peso, saltar, estornudar, correr, reír, etc.
·
De urgencia: Mal funcionamiento
del sistema nervioso. Por ejemplo, urgencia miccional máxima al poner la llave en
la cerradura de casa. Hay que correr para llegar al lavabo. Ganas irrefrenables
de orinar al oír o tocar el agua.
·
Mixta: una combinación de las dos
anteriores.
Otras
incontinencias:
·
Gases anales
·
Gases vaginales
·
Fecal
Infecciones
de orina:
La vejiga tiene forma triangular, con el vértice hacia abajo, como un embudo.
Su posición dentro de la pelvis se mantiene gracias a un grupo de ligamentos
que la sujetan a los huesos y a las otras vísceras vecinas. La distensión de alguno
de estos ligamentos, puede ocasionar un cambio en la posición de la vejiga.
Podría inclinarse lateralmente, descolgándose, dando lugar a una especie de
"piscinita", en donde se acumularía la orina, produciéndose la
infección.
Las infecciones de orina,
sobretodo si son frecuentes, son motivo de consulta al especialista de suelo
pélvico.
Cándidas
e infecciones:
La vagina solo debería abrirse en
estados hormonales muy concretos (relación sexual, menstruación). En el
interior de la vagina vive un bacilo amigo, el bacilo de Döderlein. Su función
es de defensa. Nos protege de microorganismos patógenos externos. Como la vagina
está cerrada, en su interior no hay oxígeno. Los bacilos de Döderlein viven en
condiciones anaeróbicas, es decir, sin oxígeno. Si el suelo pélvico se debilita
la vagina puede abrirse. Si se abre, entra oxígeno, y la población de bacilos
de defensa disminuye. Las cándidas e infecciones son síntomas que el sistema de
defensa de la zona está fallando. Es momento de tonificar el suelo pélvico.
Prolapsos:
Sin duda es el problema más desconocido.
El prolapso es el descenso de un
órgano o una víscera. Por exceso de presión y/o por flacidez del tejido, los
ligamentos se distienden y relajan, y la estructura que sujetan empieza a
bajar, resbalando de su sitio. En el caso del suelo pélvico, tanto la vejiga
como el útero o el recto pueden resbalar de su sitio original y descender por
la vagina. En los casos más extremos el prolapso puede llegar al exterior.
El prolapso es el más silencioso,
el más secreto. El gran problema es que es muy asintomático. Los síntomas
acostumbran a aparecer cuando el prolapso ya está avanzado. Pesadez en el bajo
vientre, sensación de tener algo dentro de la vagina o dolor en las relaciones
sexuales son alguno de los síntomas de los prolapsos.
Con una detección precoz, es
posible pararlo, y hasta recuperarlo. Solo es necesario mejorar la postura. De
esta forma suprimiremos la presión y reforzaremos el tono muscular de base.
Estreñimiento:
Cuando defecamos, una parte de nuestro suelo pélvico se tensa hacia arriba,
facilitando la salida de las heces. La debilidad o el mal funcionamiento
conllevan que el músculo se distienda, acompañando al bolo fecal, en lugar de ser
capaz de remontar el tejido. Esto dificulta mucho la correcta expulsión.
Estreñimiento pertinaz, dificultad en la expulsión completa, fisuras, un suelo
pélvico que muestre estos síntomas merece ser atendido.
Dolor en las relaciones sexuales:
A nivel puramente fisiológico, dolor significa tensión.
Un músculo tenso tiene un tacto de
cuerda y pierde su elasticidad. Este músculo expresará dolor en las relaciones
sexuales. Dolor al inicio de la penetración, dolor en la penetración profunda,
dolor según la posición,... Todo habla de lo mismo, de tejidos tensos, de
tensión.
Esperar a que se manifieste el
problema es un error; es negar la realidad y dificultar la solución. Posponer
es complicar. La prevención es la mejor solución.
Se oye cada vez con más frecuencia
hablar del periné. Esta palabra suele relacionarse a menudo con la
mujer, en los periodos que acompañan al parto o al mencionar las incontinencias
urinarias.
Sin embargo existen muchas otras razones
por las cuales el periné merece una atención central cuando se
quiere mejorar la armonía del cuerpo, ya que cuidarlo es un requisito básico
para el desarrollo de todo nuestro potencial.
Ser consciente de su función y entrenarlo proporciona variados y valiosos beneficios, tanto a hombres como a mujeres.
Un Abrazo
Arantxa
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